¿Sabías que la palabra griega traducida como “alma” en el Nuevo Testamento es la palabra “psiche” (mencionada casi mil veces en el NT), de donde deriva la palabra psicología? Es decir que la Biblia habla de la psicología cientos de años antes de que esta exista como ciencia humana, pero ¿a qué psicología se refiere?
Para la ciencia que conocemos como Psicología, el protagonismo del alma es indiscutible; ella se encuentra en el centro del escenario de la vida. En términos generales (procurando no ser demasiado simplista), esta disciplina toma como objeto de estudio la manera en la que las personas se conducen y se desenvuelven frente a los diversos desafíos de la vida. Sin embargo, su observación puede llegar a ser incompleta, al centrarse sólo en un aspecto del ser: la psiquis humana. Si la cosmovisión de los padres de la Psicología fue nutrida de experiencias plenamente temporales, es de esperarse que su visión sea parcial, pero no completa. Por eso quiero resaltar dos palabras fundamentales que trataremos en este artículo: eternidad y gobierno. Estos dos asuntos van de la mano. En efecto, necesitamos de la cosmovisión divina, que es eterna, para recuperar el mapa completo del diseño del ser humano y, una vez recuperado, conducirlo (y conducirnos, claro) al gobierno correcto: la vida del espíritu.
Para muchos, la ciencia y Dios constituyen dos carriles paralelos, son asuntos irreconciliables, no deberían tocarse. Pero creo que estamos en una estación de la Iglesia en la que, por la gracia del Señor, estamos entendiendo la realidad que nos expone el apóstol Pablo en Colosenses 1:20, todas las cosas en la tierra son reconciliables en Cristo cuando vuelven al gobierno correcto. Entonces, ¿cómo retornar a ese gobierno? La ruta está trazada: LA CRUZ.
El alma es una creación maravillosa de Dios, una de las mayores maravillas dentro de todo lo creado. No hemos podido disfrutarla y maravillarnos de esa creación porque ha sido devastada por el pecado y la muerte. Pero no hay mayor despliegue y manifestación de poder en la tierra que aquel manifestado por un alma siendo transformada a la imagen de Cristo. ¿Por qué deberíamos de profundizar en el conocimiento del alma? Muy sencillo: porque tenemos una. Es esa alma que tenemos (no somos, sino tenemos), la que le otorga sentido a las palabras de Jesús orando al Padre: “…ellos no son del mundo, como yo tampoco soy del mundo. No ruego que los quites del mundo…”. El Evangelio nos ofrece y nos otorga principalmente beneficios y riquezas eternas, pero también ha incluido propuestas para nuestro tiempo aquí en la tierra. Ese negocio tan exquisito y extraordinario puede ser disfrutado con gozo por aquellos que alcanzan a comprender cabalmente la propuesta completa del Evangelio. Ese entendimiento nos permitirá aceptar las batallas, correr la carrera con gozo, sembrar y cosechar con paciencia, rendir las pruebas y atravesar las tribulaciones con gozo y paz.
Por las Escrituras entendemos que somos seres integrales:
- Somos espirituales.
- Tenemos un alma.
- Habitamos un cuerpo.
No solemos saber la diferencia, sobre todo en cuanto a lo que espíritu y alma se refiere. Pero los escritores bíblicos sabían diferenciarlos muy bien.
El alma es muy poderosa porque fue diseñada para poder trabajar como intermediaria entre las dos facetas: el espíritu y el cuerpo del ser humano. Y Dios llama al primer ser humano “alma (ser) viviente”. El ser humano tiene como base operativa de su ser el alma que es el asiento de su ser interior, de su mente, voluntad y emociones. El alma es el órgano de expresión del ser humano.
23 Que Dios mismo, el Dios de paz, los santifique por completo, y conserve todo su ser —espíritu, alma y cuerpo— irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
1 Tesalonicenses 5. 23 NVI
El ESPÍRITU fue creado como lo que nos relaciona con Dios. Allí Dios deposita todos los absolutos eternos.
El ALMA es el asiento de la voluntad, la mente y las emociones y debe considerar y expresar esos absolutos.
Y el CUERPO es el guante, el cascarón que contiene la vida interna.
En este diseño perfecto, el espíritu del hombre es el receptor de la vida de Dios. Todo funcionaba de manera integral. Dios hablaba al espíritu del hombre. El espíritu notificaba al alma la realidad de Dios y el cuerpo disfrutaba y mostraba esta realidad en lo exterior. Esto lo podemos identificar claramente en Romanos 8 cuando leemos que “el Espíritu le dice a nuestro espíritu que somos hijos de Dios”. El espíritu se lo notifica al alma y así el cuerpo disfruta el reposo de ser hijo de Dios sin experimentar estrés, ansiedad o preocupaciones que produce la orfandad. El diseño es un ser integral en dependencia absoluta de Dios. Y el orden del funcionamiento del diseño es espíritu, alma y cuerpo.
Entonces ¿cuál era el diseño y las intenciones originales de Dios para el alma?
CONTINUARÁ…