Hace unos días le pedí a ChatGPT que me haga un resumen de lo que piensa de mí. Sí, exactamente eso fue lo que le pregunté a la IA. Después de sorprenderme en los primeros párrafos con un diagnóstico preciso sobre quién soy, cómo pienso y que considero importante en mi vida, me recomendó: “tu lista de responsabilidades hace suponer que tú también necesitas la ayuda que ofreces tan dedicádamente a otros…” palabras textuales. Y me impactó que ChatGPT me diga de frente y sin tapujos que no sé darme lo que intentó dar a otros.
Escuchamos, contenemos, discernimos, orientamos… y a veces olvidamos que también necesitamos ser escuchados, contenidos, discernidos y orientados. El riesgo no es solo el agotamiento físico, sino el desgaste emocional y espiritual que nos aleja del gozo del llamado que tenemos. Gozo y agotamiento no van de la mano.
Es que el descanso no es una recompensa para quienes logran hacer todo. Es un diseño divino dado por primera vez no sobre la base de haber logrado algo (Adán y Eva acababan de ser creados y recibieron el descanso del Shabbat inmediatamente), sino más bien, sobre la lógica de la gracia. Porque nuestro valor no está en la productividad, sino en la pertenencia.
Después de 400 años de esclavitud, en donde el pueblo de Israel trabajó sin descanso, el Shabbat le devolvió la identidad. Y ese sigue siendo hoy el recordatorio del descanso: no eres una función, un título, una agenda llena. Eres hijo, eres hija. Y el descanso es parte de tu identidad, aunque queden cosas pendientes.
Jesús mismo encarnó esta verdad. Se retiraba a orar (Lucas 5:16), dormía profundamente en las tormentas (Marcos 4:38), celebraba con sus amigos (Juan 2), y tomaba pausas antes de grandes decisiones (Mateo 26). No vivió una espiritualidad de la autoexigencia desmedida, más bien luchó contra ese tipo de espiritualidad (la de los fariseos).
En PsySon, creemos en terapeutas que se cuidan, que descansan, que se permiten ser cuidados. Porque el Reino de Dios también se manifiesta en la ternura con la que tratamos nuestro cuerpo, en la humildad con la que reconocemos nuestros límites, y en la obediencia con la que nos retiramos a estar con el Padre.
El Reino no necesita héroes extenuados, sino hijos disponibles.
Un abrazo,
Lic. Néstor Bruno
Director de PsySon