“Entonces todos los ancianos de Israel se juntaron, y vinieron a Ramá para ver a Samuel, y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones.” 1 Samuel 8:4-5
Samuel desde niño estuvo consagrado a la tarea de gobernar al pueblo de Israel, primero como colaborador de Elí y luego como juez. “Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, conoció que Samuel era fiel profeta de Jehová” (1 Samuel 3:20), declara taxativamente el texto bíblico. Eran los tiempos de la teocracia, cuando Dios ejercía la dirección del gobierno a través de profetas o jueces. Samuel ejerció ambos roles durante muchos años, desplegando un servicio extenso y muy productivo. Gracias a la intercesión de Samuel, los israelitas vencieron a los filisteos, recobraron una cantidad de ciudades que habían perdido y pudieron vivir con bienestar. Durante el tiempo que Samuel juzgó a Israel, hubo paz y los filisteos no atacaron más. Samuel continuamente recorría todo el territorio de Israel, “todos los años iba y daba vuelta a Bet-el, a Gilgal y a Mizpa, y juzgaba a Israel en todos estos lugares” (1 Samuel 7:16).
Sin embargo, cuando Samuel envejeció, los dirigentes de todas las tribus de Israel, vinieron a él para pedirle no continuar bajo el sistema teocrático, que querían tener un rey como era costumbre entre otras naciones. Sin agradecerle sus servicios, lo despidieron, pidiéndole que cesara en sus funciones sin ningún reconocimiento. Una actitud tan cruel y desconsiderada molestó al profeta. Dice el Comentario Bíblico Adventista: “Samuel debe haber estado profundamente herido por ese pedido de parte del pueblo” (2CBA, 486). En su dolor, consultó a Dios. Pidió una entrevista con el Altísimo para buscar ayuda y tratar su angustia y malestar, al estilo de como actualmente se acude a un psicólogo.
Y Dios intervino con una respuesta tranquilizadora. “Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos. Conforme a todas las obras que han hecho desde el día que los saqué de Egipto hasta hoy, dejándome a mí y sirviendo a dioses ajenos, así hacen también contigo. Ahora, pues, oye su voz; mas protesta solemnemente contra ellos, y muéstrales cómo les tratará el rey que reinará sobre ellos.”(1 Samuel 8: 7-9).
Fue una terapia muy efectiva, ya que el paciente se apaciguó y continuó en funciones durante varios años más, realizando la transición del sistema teocrático al sistema monárquico. ¿Qué tipo de terapia utilizó Dios? ¿Cuál fue la técnica? ¿En qué marco teórico podría incluirse esa intervención? En otras palabras, lo que Dios le dijo a Samuel fue algo así: “Tranquilo, Samuel, no te han desechado a ti, sino a mí. Tú eres mi representante, actúas bajo mis órdenes, al pedir un rey, no quieren que yo los siga dirigiendo. No lo tomes en forma autorreferencial. No es un problema tuyo sino mío. No te preocupes, yo voy a resolver este asunto.” Entonces, le dio las orientaciones para que le respondiera a los jefes de las tribus de Israel, que siguió estrictamente cumpliendo la prescripción divina. No hay registro bíblico que indique que Samuel siguiere mortificándose o persistiese en sus preocupaciones, todo lo contrario, se lo ve actuando con la seguridad y autoridad características cumpliendo sus funciones con su tradicional compostura y dominio propio, lo que daría evidencia del éxito de la intervención psicológica divina.
Ese tipo de técnica se denomina “reestructuración cognitiva” (RC) o resignificación. Consiste en realizar una reestructuración de los pensamientos, para cambiar la forma de pensar y mostrar otra manera alternativa de percibir el problema, que no produzca malestar o reacciones emocionales negativas.
La RC consiste en que el cliente, con la ayuda del terapeuta, identifique y cuestione sus pensamientos desadaptativos, de modo que quedan ser sustituidos por otros más apropiados y se reduzca o elimine la perturbación emocional y/o conductual causada por los pensamientos originales. Por supuesto, que esta técnica es característica del enfoque cognitivo-conductual. El terapeuta de esta orientación discute los pensamientos negativos, a través de diferentes medios, para que el paciente descubra que pueden existir otras perspectivas o miradas posibles del asunto que revelen ser más positivas. Dios, en función de su autoridad y de la relación anterior con Samuel, procedió más directamente proponiéndole otro pensamiento más adecuado.
A lo largo de la Biblia, se observa muchas veces a Dios actuando al estilo de un psicólogo, haciendo intervenciones de diferentes tipos, que se corresponderían con diferentes orientaciones psicoterapeutas. Quizás, habría que decir, que la Biblia propone técnicas compatibles con múltiples escuelas terapéuticas, lo cual sería más congruente con una orientación integrativa.
Dr. Mario Pereyra
Doctor en psicología, psicoterapeuta, docente universitario, investigador, escritor.
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