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“Quien no está contento con lo que tiene no estaría contento con lo que le gustaría tener”

Sócrates

“Cambien su manera de pensar y cambiarán su manera de vivir”

Apóstol Pablo

Hace varios años empecé a pensar y estudiar en profundidad la felicidad. Este tema me cautivó por dos razones:

  1. Si estaba a mi alcance ser feliz, ¡lo quería!
  2. Llevaba, literalmente, toda mi vida dentro de la iglesia y no veía la felicidad como un atributo característico del mundo cristiano.

Yendo al punto que nos convoca en este artículo del blog, quiero hacerte una pregunta directa: Si hablamos puntualmente de felicidad, la relacionamos con dinero y cristianismo, y tuvieras que dar tu opinión rápidamente, ¿dirías que estas variables se llevan bien entre sí? ¿por qué?

Desde chica escuché infinidad de veces la frase «El dinero no hace la felicidad, pero ayuda», y también escuché que es difícil que un rico entre al reino de los cielos (ver Mateo 10:25)

Entonces, ¿el dinero tiene que ver con la felicidad? ¿la modifica? ¿influye en nuestro vínculo con Dios?

Veamos qué dice la investigación y la Biblia al respecto.

En sus libros La ciencia de la felicidad y Mitos sobre la felicidad, la reconocida investigadora y doctora en psicología Sonja Lyubomirsky, muestra sobrada evidencia que da cuenta de que el dinero sí tiene que ver con la felicidad, pero de una manera muy distinta a la que suponemos y por una duración mucho más corta de la que creemos.  Por ejemplo, si recibimos un aumento significativo en nuestro salario laboral o ganamos la lotería, se generará en nosotros un pico de felicidad, pero este pico no perdurará en el tiempo.

Otro punto interesantísimo de la investigación sobre dinero y felicidad que comparte Tal Ben-Shahar, prestigioso doctor en psicología, profesor e investigador sobre la felicidad en la universidad de Harvard, tiene base en varios estudios que demuestran que no es la cantidad de dinero que yo tenga, sino la comparación de lo que tengo en relación con lo que tiene el otro, lo que mueve la cifra que quiero tener. Por ejemplo: si el otro tiene 4, yo querré 8. Si el otro tiene 8, yo querré 16.

Por otro lado, y yendo a un extremo de lo que sería nuestra relación con el dinero, un sin número de investigaciones han demostrado que el materialismo reduce la felicidad, amenaza la satisfacción con nuestras relaciones, daña el medio ambiente, nos vuelve menos amables, simpáticos y sensibles, y hace que seamos menos proclives a ayudar a los demás y, en consecuencia, a contribuir en nuestras comunidades.

 ¿A qué conclusiones vas llegando sobre la relación entre felicidad y dinero después de ir leyendo estos resultados?

Luego de analizar estas y otras variables, la investigación sobre felicidad concluye que, si no se es feliz antes de tener mucho dinero, el efecto de tenerlo no va a impactar en nuestra felicidad a largo plazo. Nuestro “termómetro” de la felicidad oscilará temporalmente hacia arriba, pero volverá a su configuración habitual después. Esto recibe el nombre de «adaptación hedónica».

Volviendo a Sonja Lyubomirsky, te comparto otras dos interesantísimas conclusiones a las que llegó gracias a su estudio de toda una vida sobre la felicidad:

  • Los cambios de nuestras circunstancias de vida, por buenos y sensacionales que sean, inciden poco en nuestro bienestar.
  • Las personas más felices son aquellas que tienen más capacidad de invertir su dinero en experiencias.

Interesante ¿no? Lo que marca nuestra felicidad en relación con el dinero, no es el dinero en sí, sino el lugar que le damos, lo que creemos sobre él. Si creo que me hará feliz, viviré mucha desilusión; si pienso que me hará importante, tarde o temprano me compararé con alguien que tiene más y nunca será suficiente; si lo transformo en mi objetivo de vida, el materialismo me volverá miserable. Entonces, y solo entonces, entendemos el absoluto amor con el cual Jesús le recomienda al joven rico cambiar su objeto de amor, cambiar su meta, cambiar su tesoro, porque en realidad nunca iba a ser suficiente vivir eso en mente. No porque el dinero en sí sea malo, sino porque, cuando se convierte en lo que nos define, como en el caso del joven rico (imagínate que se lo conoce por eso), el materialismo que promete darnos tanto, en realidad nos roba todo.

Dios está interesado en nuestra felicidad, Dios quiere que seamos felices, por eso al hablar sobre el dinero nos advierte sobre lo que este NO iba a darnos nunca. Él sabía lo que la investigación iba a demostrar miles de años después: que creer que seríamos felices con dinero, estaría dentro de los diez mitos sobre la felicidad porque sería una de las diez mentiras que nos creeríamos sobre lo que nos daría felicidad…y ya sabemos quién origina esas mentiras (ver Mateo 6:21 y Juan 8:44). Por eso te invito hoy a vivir en la verdad (ver Juan 14:6), porque la verdad nos hace libres, y esa libertad trae plenitud, felicidad, pase lo que pase, tengamos lo que tengamos (ver 3 Juan 1:2). Si hoy no la experimentas, no te falta dinero, sino verdad por descubrir, y Él promete acompañarte hasta que la encuentres 😉 (Lucas 11:9)

(1) Lyubomirsky, S. (2014) Los mitos de la felicidad, Urano, Madrid
(2) Lyubomirsky, S. (2014) La ciencia de la felicidad, Urano, Madrid
(3) Solnick, S. J., y D. Hemenway, «Is more always better? A survey on positional concerns», Journal of Economic Behavior and Organization, 37 (1998), 373-83. (2) Zizzo, D. J., y A. J. Oswald, «Are people willing to pay to reduce other’s incomes?», Annales d’Economie et de Statistique, 63/64 (2001), 39-65.
(4) Ben-Shahar, T. (2009) The pursuit of perfect, McGraw-Hill, Nueva York.
(5) Brown, K. W., y T. Kasser, «Are psychological and ecological well-being compatible? The role of values, mindfulness, and lifestyle», SIR, 74 (2005), 349-68. (2) Kasser y Ryan, op, cit. (véase nota 261). (3) Nickerson, C., N. Schwarz, E. Diener y D. Kahneman, «Zeroing in on the dark side of the American dream: A closer look at the negative consequences of the goal for financial success», PsychScience, 14 (2003), 531-36.(4) Kasser, op. cit.

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